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Reseña: La nieta del señor Linh - Philippe Claudel

Miguel González

Actualizado: 23 sept 2023

Titulo original: La petite fille de Monsieur Linh

Philippe Claudel

2006

Letras de bolsillo

126 páginas


Autor de la reseña: Miguel González


Durante una entrevista, el escritor y cineasta francés Philippe Claudel respondía a una pregunta con una frase corta y contundente: “Después de leer un libro, algo en nosotros se transforma”. Es precisamente eso lo que experimenté después de leer esta pequeña joya escrita por el mismo Claudel.


En no más de 130 páginas y con una composición de oraciones y párrafos cortos, el escritor francés nos entrega una historia desgarradora. Con un lenguaje austero, tan sencillo como melódico, rosando en algunos instantes la poesía, va construyendo una historia redonda, una obra milimétricamente calculada, en la que da la sensación que ninguna escena está de más, ningún párrafo sobra, ninguna palabra adorna pues todas son estrictamente necesarias y rigurosamente justas.


La trama se centra en la vida del señor Linh, un refugiado vietnamita que llega a Francia acompañado de su pequeña nieta tras escapar de la guerra. El autor logra plasmar magistralmente los más profundos sentimientos del señor Linh, incluyendo su soledad, las dificultades de adaptación a una nueva cultura, la desolación del destierro y su profundo amor por su nieta.


Como muchos europeos de su tiempo, Claudel está marcado irreversiblemente por la huella de la guerra, de esa barbarie que genera niveles inimaginables de desolación y nostalgia y que devastó la vida de millones de personas que fueron testigos de esta locura. Y este es, precisamente, el rasgo de sus personajes principales. El encuentro del señor Linh con otro refugiado, el señor Bark, marca un punto de inflexión en la historia, ya que ambos personajes no hablan el mismo idioma, pero su conexión se basa en la humanidad que comparten. Dos hombres que sin entenderse se comprenden. Dos seres unidos por la soledad, la que se convierte en el vínculo más poderoso que existe para aliarlos en una entrañable amistad. Una amistad inexplicable si no es vista desde el cristal de la melancolía y la necesidad.


Al leer el capítulo final de esta novela, sentí que algo se quebraba en mi interior. Cuando sucede eso uno suele entender de inmediato que, ciertamente, después de leer algunos libros, difícilmente uno vuelve a ser el mismo.


Claudel completa la entrevista diciendo: “la literatura tiene una función de agitación”. Entonces uno comprende lo que para él significa escribir historias. Esta en particular, pretende sacudir la razón para intentar explicar, si es que es posible, de quién es la locura. De quienes la sufren o de quienes la provocan.

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