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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes - Reseña

Autora: Tatiana Tibuleac (Moldavia 1978 – )

Título original: Vara în care mama a avut ochii verzi

Idioma original: Rumano

Año de publicación: 2016


Autor de la reseña: Manuel Vicente Henríquez B.


Desde hace algún tiempo me había acostumbrado a no leer autores contemporáneos; sentía que para el poco tiempo que tengo para leer, era un desperdicio leer obras de autores actuales; pensaba, ilusamente, que no había nada que valiera la pena leer. Prefería cultivarme con autores clásicos, que me enseñaran cosas importantes o que me permitieran disfrutar plenamente del placer de la lectura.


Sin embargo, ese prejuicio acabó por los suelos luego de leer la desazonadora novela de la escritora moldavo-rumana Tatiana Tibuleac, El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, editada por Impedimenta.

Me llamó la atención el mote de “mejor novela del 2019” y un par de comentarios de personas que me invitaban a leerla. El confinamiento en que nos encontramos todos me dio la oportunidad de hincarle el diente a dicha novela.

La leí en cuatro días. Aunque suene a tópico, no pude parar de leerla hasta el final. Es una obra que te engancha desde el primer párrafo, como deben ser las buenas historias. Y esta lo es.

En resumen El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes nos narra la historia de Aleksy un hombre emproblemado con la vida, violento y con un profundo rencor hacia su madre; mas ese odio se verá repentinamente convertido en lástima, primero y luego en amor hacia ella, quien durante las vacaciones de verano en un pueblito francés le declara que se está muriendo de cáncer. A partir de ese momento asistimos a la metamorfosis del sentimiento existente entre un hijo y una madre.

La novela nos presenta a dos seres humanos atormentados por situaciones de la vida que los separaron y crearon una zanja profunda entre ellos, pero que gracias a esta enfermedad, comienzan a rellenar, para lograr así el ansiado perdón. La escritora nos muestra una visión desromantizada de la maternidad. Esa idea de que el amor de madre es puro, incondicional e inconmensurable no la vemos en esta obra. Aquí vemos una madre que se hunde en la depresión por la muerte de su otra hija, al grado de olvidarse por completo de su hijo. Y descubrimos cómo esa incomunicación, esa especie de “maltrato de baja intensidad” afecta profundamente la vida del entonces niño.

La crudeza de la obra la vemos reflejada en distintos pasajes de la misma, como cuando Aleksy, el personaje central, afirma sobre su vida: “Mi fichero de cosas malas está siempre repleto, porque durante muchos años mi vida fue una sucesión de odio y mierda”. Más adelante vemos cómo la vida con su madre, a pesar de saber que está muriendo de cáncer, no deja de ser difícil, pues el resentimiento que ha sentido hacia ella no es fácil de dejar. En otro pasaje de la novela, al referirse a su madre, leemos: “Alguien que me había apartado de un puntapié como a un perro cuando yo estaba dispuesto a ser un perro solo por sus caricias”.

Y entre esas cavilaciones, pasa el verano de estos dos personajes, un verano que les cambiará la vida para siempre. A la madre, quien consumida por un “cáncer rabioso”, logrará la liberación frente a su hijo y a éste, quien finalmente entenderá que ella fue un ser humano normal e imperfecto, como todos. La novela nos muestra con una nitidez pasmosa el desmoronamiento de una persona que sufre de cáncer terminal. Asistimos al lento apagar de una vida, que se consume inexorablemente por la enfermedad.

Con esta novela Tatiana Tibuleac nos expone el terrible daño que puede causar en un ser humano el maltrato, sea del tipo que sea, físico, verbal o psicológico, pero también expone la vida de seres humanos atormentados, que toman decisiones equivocadas, pero que al final lo hicieron con el corazón. Como cuando en su agonía, la madre del protagonista afirma: “Te he querido, Aleksy, te he querido como he podido”.

Esta es una novela narrada en primera persona, con una prosa diáfana, que en momentos roza lo poético. Con una estructura sencilla, que atrapa al lector, pues tiene capítulos breves (algunos brevísimos), lo que la hace de fácil lectura, mas no la historia, que es lacerante de principio a fin.

Con El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes Tatiana Tibuleac se muestra como una novelista que sabe a la perfección su oficio y a quien, de ahora en adelante, debemos seguir muy de cerca.



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